El coche en el que fue asesinado Eduardo Dato (1921)


El coche en el que fue asesinado Eduardo Dato (1921)
Autor: Vidal
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Comentario

La fotografía en la que nos fijamos ahora parece sacada de una película de gánsteres, pero esta imagen nada tiene que ver con la ficción y sí con la realidad. En ella vemos cómo quedó el coche del presidente del Gobierno, Eduardo Dato, tras el ataque que terminó con su vida un 8 de marzo de 1921. Los agujeros de las balas siguen impresionando un siglo después.


Tres anarquistas estudiaron el recorrido que el presidente hacía cada día de regreso a su domicilio, situado en el cruce entre las calles Alcalá y Lagasca. Dato ya había estado alertado los días previos sobre posibles atentados pero tampoco tomó medidas especiales de seguridad. De hecho, en el momento de ser asesinado no llevaba escolta. El martes 8 de marzo su coche oficial hizo el mismo camino de siempre de retorno a su casa.


Desde el Palacio del Senado, en la plaza de la Marina Española, avanzó por la calle de la Encarnación y luego por la calle Arrieta. Enfiló la calle Arenal y cruzó la siempre bulliciosa Puerta del Sol para proseguir por la calle Alcalá hasta Cibeles. Un último paseo por el centro de Madrid que terminó de forma trágica y sangrienta.


Haciendo siempre este trayecto por la izquierda, al bordear la Puerta de Alcalá y llegar a la desembocadura de Serrano, el coche del presidente aminoró la marcha para ceder el paso a los coches. Fue ese momento cuando los tres anarquistas, que venían siguiendo su objetivo desde Cibeles a bordo de un sidecar, dieron alcance al coche y comenzaron a vaciar sus cargadores al grito de «¡Viva la anarquía!». El tiroteo duró algo más de un minuto.


Eduardo Dato recibió dos impactos de bala en la cabeza que segaron su vida al instante. Segundos después sus asesinos abandonaban la escena por la calle Serrano hasta llegar a un garaje de Ciudad Lineal, donde dejaron su vehículo. Su fuga no duró mucho, ya que fueron detenidos.

El chófer del presidente puso rumbo a una Casa de Socorro que estaba a apenas cien metros, pero nada se pudo hacer por salvar su vida. Cuando llegaron, el cuerpo sin vida del presidente yacía tumbado en el asiento trasero. El coche, como se aprecia en la imagen, recibió dieciocho impactos de bala. Los daños en el mismo ascendieron a dos mil pesetas. 


Pocas fotografías mejores que esta para sentir el convulso clima político por el que se movían Madrid y España hace un siglo.


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