A los lectores más jóvenes quizás les sorprenda esta información. Sin embargo, los más veteranos es muy probable que incluso recuerden haber paseado por este lugar, la conocida como Casa de Fieras del Retiro. El zoológico que estuvo abierto al público dentro del parque más famoso de Madrid hasta el año 1972.

El origen de este zoo lo tenemos en los animales exóticos que eran regalados a los reyes de España siglos atrás, como por ejemplo serpientes, ocelotes e incluso guacamayos y tucanes. Aquellos presentes fueron el germen del primer zoológico de Madrid que en primer lugar se ubicó, por decisión de Carlos III, por la zona de la Cuesta de Moyano y el Jardín Botánico y, más tarde, se desplazaría dentro del parque.

Especialmente popular en Madrid fue esta Casa de Fieras en las primeras décadas del siglo XX, como podemos ver en esta imagen, donde vemos una atiborrada galería de jaulas, con numerosas familias como público. 

Galerías con felinos, fosos con monos, jaulas con aves rapaces, jirafas, elefantes y hasta un oso polar fueron algunos de los habitantes de esta Casa de Fieras por la que pasaron no pocas generaciones de madrileños y madrileñas. Estas instalaciones vivieron días especialmente dramáticos durante la Guerra Civil. Muchos animales fallecieron por la falta de cuidados y alimentación, mientras que otros fueron utilizados para el propio consumo humano, ante la ausencia de alimentos. En los años cuarenta y cincuenta recuperó su popularidad, hecho que no evitó que se cerrase en 1972 para la posterior apertura del Zoo de la Casa de Campo.

En la actualidad a muchas de estas instalaciones se les ha dado un nuevo uso como biblioteca.

El detalle: De todos los animales que pasaron por la Casa de Fieras del Retiro, uno de los más recordados fue una elefanta llamada Pizarro. Utilizada en numerosos espectáculos en los que se tenía que batir en duelo con animales de otras especies como toros de lidia, dicen que en una ocasión se escapó y terminó asaltando una tahona de la calle de Alcalá. Seguramente atraída por el olor a pan recién horneado que desprendía. La elefanta falleció en 1873.