Faltaban cinco minutos para las once de la mañana, pero ya la Puerta del Sol se revolvía en pura efervescencia. Una orquesta que bailaba al compás que marcaban los tranvías —hasta nueve llegamos a contar en la misma foto—. Por eso, los peatones debían de andar con mil ojos para no llevarse un buen susto al transitar por este lugar.

No queda ni rastro ya en esta imagen del templete del Metro de Madrid que se ubicaba en el centro de la plaza. Esta elegante infraestructura, diseñada por Antonio Palacios, se retiró en 1933 para liberar el paso de los vehículos.



«El 7 de abril de 1933 la Dirección General de Ferrocarriles ordenó a la empresa la desaparición del acceso central de la Puerta del Sol en tres meses. La Compañía empezó a demoler de inmediato el templete de la Puerta del Sol, estudiando la posibilidad de aprovechar el pozo central uniéndolo con el vestíbulo, para construir un solo gran distribuidor central subterráneo el día en que estuviera construida la línea de los barrios bajos, que sería el punto de confluencia entre los viajeros que acudieran a las tres estaciones que entonces existirían en la Puerta del Sol».